Cuando más se aferraban al gran sueño, cuando el momento de la verdad había llegado por fin, cuando la esperanza germinaba furiosa en los corazones del "ultra" francés y tanto jugadores como directivos prometían resurrección..., la realidad tronó como un rayo sobre la piedra. El actual campeón de Europa volvió de las penumbras con soltura y categoría: "Despertad del sueño parisino, esto es Real".
Un Ángel en París.
Di María, era hoy o nunca, tu oportunidad de demostrar que aún eres relevante; que tal vez- quien sabe- podrías reemplazar al mismísimo Neymar, que estabas a su nivel. Hoy o nunca; era la oportunidad del PSG de justificar tantos millones y millones, de jugarle a los más grandes de igual a igual, de ser grandes, de ser campeones..., pero no ha podido ser, han desperdiciado todos la oportunidad y ya no queda nada salvo preguntas en el aire: ¿Qué le falta al PSG?
Porque un equipo millonario, lleno de jugadores del más alto nivel: estrellas, promesas y leyendas, debería ser capaz de ganar partidos como este, de hacerse respetar en Europa; de estar, al menos, a la altura...¿No?
Tal vez la respuesta sea no, tal vez las cosas son extrañas, desafortunadas para el PSG.
Neymar Jr. ausente por lesión
Y no solo eso sino que, paradójicamente, tener a su más grande estrella fuera de la cancha pareciera haberles hecho un bien. No solo por el marcador más estrecho en la vuelta (perdieron 3-1 con Neymar y solo 2-1 sin él) sino por lo que se pudo apreciar en cuanto al "juego colectivo".
Más juego por banda derecha, Di María es titular y se adueña de esa banda en ataque. A diferencia de la ida en que un caprichoso Neymar acaparaba todos los balones llevando al equipo a atacar casi exclusivamente por izquierda, con una que otra tímida aparición de un atemorizado Mbappé por derecha, en esta oportunidad el Angelito impone su presencia y peleando cada balón, va todo el tiempo tirando hacia adelante, agresivo, imponente: El PSG se agranda.
Además de esta mayor dimensión para ataque por bandas existe un tránsito del balón más holgado y orgánico , lo que genera una mayor estabilidad en el centro del campo. Hay en la vuelta, a diferencia de la ida, un juego más ordenado, más secuencial, más completo. Muchos menos balones de esos que gustan de atorarse entre los pies de Ney. Claro que hay que tener cuidado con los extremismos, es importante el equilibrio. La banda derecha se abrió, pero por momentos se abrió tanto que parecía haber confusión. Ocasionalmente la banda derecha se saturaba de jugadores y Angel Di María, Kylian Mbappé y Dani Alves se enredaban en sus recorridos hacia la posición de ataque.
Respeten a Cavani
Suena ridículo que un jugador de la categoría de Edinson Roberto Cavani Gómez pueda ser un punto débil para el PSG, pero luego de todo el melodrama ocasionado por la llegada de Neymar a París, Cavani no parece ser el mismo. Siente que ha perdido protagonismo, atención y mucho más importante que eso: Respeto. El niño terrible Neymar ha acaparado todos los reflectores y ya ni los compañeros parecen prestar atención suficiente al uruguayo. En la vuelta, la falta de generosidad de sus compañeros es evidente y esto se observa claramente en una jugada en la que Mbappé se rehusa a soltar el esférico a un Cavani solo a puerta de portería listo para dar el último empujón. Cavani se desespera pidiéndola y nunca se la dan. Cavani está molesto, frustrado, la prensa en todo el mundo dice que se quiere ir. El PSG pareciera estar sufriendo una crisis de identidad.
Así, lleno de contratiempos, se desarrolla el partido desfavorablemente para el PSG; y más allá de apuntar fallos individuales como la monotonía de Mbappé en sus llegadas calcadas, el descontrol de Verratti y la apatía escandalosa de Pastore (que prácticamente se queda parado a observar el segundo gol del Madrid mientras Lucas Vázquez, que está siete mil metros detrás de él, hace una corrida espectacular para pedirle el balón a CR7 y meter un centro que culmina en gol) hay que hablar de problemas de estructuras, de grupo.
El PSG no es equipo.
Solo así se explica que el míster saque a un delantero cinco minutos antes del final cuando se está perdiendo por dos goles. Solo así se explica que cada jugador parezca ir por su propio lado: Mbappé esta por su lado, Di Maria está por su lado, la defensa está en "otro" lado. Cavani está buscando su gol, Verratti y Alves parecieran ser los únicos con noción de equipo, pero Verratti ya está en el banco (expulsado) y Alves está desgastado. Emery está preocupado por su futuro y el Ney está en Brasil, de vacaciones. No existe esa cohesión, esa familiaridad, esa idea de grupo con un horizonte en común que cualquier equipo que busque ser un campeón, a este nivel, tiene que tener.
Acabo de decir que Alves estaba desgastado y lo digo porque Alves a sus 34 años ya no es el mismo de ayer. Nadie debería decir que Dani está en declive, pero Alves a estas alturas de su carrera no puede ganar un partido solo, mucho menos a este nivel. Tal vez antes, ahora ya no. Ya no es un jugador top de máxima competitividad. Tal vez no está en el lugar correcto y debería cambiar de equipo, a uno en que el se acomode mejor, a uno ganador.
Y es que no es lo mismo ser un jugador de máximo nivel competitivo que ser un ganador, lo primero es físico y lo segundo mental. Ya lo ha dicho el joven Mbappé luego de la derrota: "El Real Madrid nos demostró la diferencia entre grandes jugadores y campeones"
El Rey está de vuelta
Hay que decirlo, todo el dinero del mundo no puede comprar un equipo de fútbol ganador, se necesita algo más. Algo que el Real Madrid, otra vez, ha demostrado tener. En medio de una pésima temporada, ya eliminados de la Copa, sin chances de ganar la Liga, con cuestionamientos desde todas las direcciones por los malos resultados, descontento, caras largas y desazón; era imposible no admitir el mal momento del Madrid. Zidane decía en algún punto: "Es un año complicado".
La estaban pasando mal, pero han hecho lo que tenían que hacer: se han sacudido de los problemas para jugar al fútbol, se han sacudido de la presión, han dejado todo atrás. Las críticas no entran a la cancha, allá adentro solo queda jugar, divertirse, hacer lo que se sabe hacer. Y eso es lo que han hecho. Sin nerviosismo, sin temor, sin pánicos escénicos; el equipo más grande del mundo ha firmado su regreso a lo grande y se han vuelto a colocar como los favoritos absolutos para ganar la Champions League por tercera vez consecutiva.
El infierno del Parque de los Príncipes ha presenciado su vuelta y se ha oído un grito entre la niebla: "The King Is Back"