miércoles, 11 de mayo de 2016

Por qué me cambié el nombre y tú también deberías hacerlo.

Cada vez que conozco a alguien, me presento como Zobu. Casi siempre, la conversación se desarrolla, más o menos, de la siguiente manera:

—Yo soy Zobu

—¿Zou?

—Zo bu

—¿Zogu?

—Zo bu, como buzo pero al revés, Zobu

—Ah, Zobu

—Se, Zobu

—Y ¿te llamas Zobu?

—Sí, me llamo Zobu

—Pero, ¿ese es tu nombre?

—Sí, es mi nombre

—¿En serio?

—Sí

—¿De veras?

—Sí, carajo, ya dije que sí mil veces...(Mentira)


Obviamente, no me molesta. Entiendo que Zobu es un nombre raro y es muy difícil creer que sea un nombre "real"; es decir, el que me pusieron mis padres cuando nací y figura en mi DNI.
Están en lo correcto, amigos: en efecto...Zobu no es el nombre que me dieron al nacer.

Sin embargo, debo decir que, el hecho de que algo esté escrito en un papel o en un pedazo de plástico no significa que sea "real" o "verdadero".
Es más, me parece que no hay nada que sea menos "verdadero" que un nombre que te dan sin consultarte, porque el nombre uno no lo elige, sino que te lo ponen otros sin tu aprobación ni consentimiento, es decir, te lo imponen.
Es en ese sentido una imposición, un sometimiento...

Un nombre, al haber sido impuesto, deja ya de tener legitimidad, validez y por lo tanto veracidad.

El nombre que me pusieron es Dante Daniel. Mi verdadero nombre es Zobu.





El Causha




Ahora, de todos los nombres que pude haber elegido, ¿por qué elegí Zobu?

Pues, también es una pregunta recurrente que me gusta no-responder.
Siempre digo que es un vocablo de mi propia invención y que simplemente me gusta porque me suena bien, pero es mentira. En realidad sí hay algo más.

En poquísimas palabras y de la manera más resumida—con el perdón de los filósofos espirituales—lo explicaré:
Todo nace a partir de uno de mis principales maestros: Bhagwan Shri Rashnísh, alias "Osho"
Mi maestro Osho tuvo como una de sus principales visiones a un nuevo ser humano: el hombre del futuro, el hombre que podría juntar las grandes dicotomías históricamente separadas: el alma y el cuerpo, el materialismo y el idealismo, el socialismo y el capitalismo, la pureza y el hedonismo.

Osho propone a un hombre unitario, armonioso y completo; y lo bautiza como "Zorba el Buda" (El Rebelde)
Es como Zorba, el griego: un hombre que acepta su naturaleza animal y primitiva, que aprovecha todos los placeres que la vida le puede ofrecer, que aprecia la música, que baila, que bebe, que salta, que experimenta, que disfruta.
Pero no queda ahí, por otro lado también es un Buda; es decir, va más allá del plano material: entiende su complejidad, analiza su rol en el universo—en la inmortalidad de la existencia—, reconoce el lazo que lo une con el todo, y en ese sentido reconoce su espiritualidad. Ha despertado del entrampado mecanicismo del ego hacia una consciencia superior. Ya no solo disfruta, ahora puede ser inmensamente feliz.

En honor a mi maestro he tomado este planteamiento y he decidido llevarlo como nombre, uniendo las dos primeras sílabas de aquel nuevo hombre.

Zorba + Buda = ZOBU. 

Ese soy yo, o al menos trato de serlo.


OSHO

Yo no creo más en nombrar a los hijos.
Como he dicho, me parece una imposición; una carga que no debe ser llevada, porque un nombre, aunque muchas personas no lo crean, es también una carga.
Los nombres tienen siempre un significado o una intención. Al darle un nombre a un niño también se le está dando una identidad, un camino, incluso un destino.
Esto no lo invento yo. Científicos, místicos y sabios han reflexionado sobre el tema desde hace ya bastante tiempo.
Los académicos hablan de un Determinismo Nominativo, que es la hipótesis de que el nombre de una persona puede jugar un rol significativo en su desarrollo.
Un estudio, 
realizado en Florida y publicado en el año 2005, reveló que los niños con nombres femeninos eran más propensos a tener problemas de comportamiento y bajas calificaciones.
La explicación para esta relación entre el nombre y el impacto social que puede generar es muy simple: las personas somos tratadas de manera diferente por llamarnos de una u otra manera.
No es lo mismo llamarse Marco Aurelio que llamarse 
Deyvis, o llamarse Yahaira en vez de Rosa María, mucho menos es lo mismo llamarse Claude Maurice en vez de llamarse Koky.

Esto lo confirma, más o menos, un estudio hecho por el economista Gregory Clark entre 
14 449 estudiantes de la prestigiosa universidad de Oxford, entre los años 2008 y 2013. En la investigación se notó que habían 3 veces más Eleanors(Nombre medio ficho, elegantón) de las que deberían haber, dada la frecuencia de ese nombre entre la población general. Por el contrario, habían 30 veces menos Jades(nombre más juvenil, relax) de las que deberían. Es decir que una Eleanor tenía 100 veces más probabilidades que una Jade de ir a Oxford.

En 1952, el famoso psiquiatra Carl Jung citaba un fenómeno llamado Compulsión del Nombre y daba cuenta de esta predeterminación del nombre en el trabajo  o especialildad de una persona. Jung mostraba casos sorprendentes entre sus propios compañeros: “Herr Freud(alegría en alemán) defiende el principio del placer; Herr Adler (Águila), la voluntad del poder; Herr Jung (joven), la idea del renacimiento”.

En la Antigua Roma se repetía el proverbio latino "Nomen est omen" que significa "El nombre es presagio". En 1652 William Jenkyn, un clérigo Inglés, argumentó que los primeros nombres debían ser "como un hilo atado alrededor del dedo para hacernos conscientes de la misión que vinimos al mundo a hacer por nuestro Señor"

Entonces, ¿qué pasa con el niño que está a punto de nacer?
Antes de nacer ya se le ha indicado un camino, antes de nacer ya se le ha quitado parte de su libertad. El niño ha de nacer en una jaula.
Sin embargo, no me malinterpreten; la jaula ha sido hecha con buenas intenciones, lo más probable es que se haya hecho para protegerlo. Pero no deja de ser una jaula.

Entonces, ¿qué hacemos? ¿ya no nombramos a nuestros hijos?
No lo sé.

Otro de mis maestros, el psicomago Alejandro Jodorowsky dice que debemos ser muy cuidadosos a la hora de elegir un nombre:

"Cuando bautizamos a un hijo debemos saber que junto con el nombre le pasamos una identidad. Evitemos por tanto los nombres de los antepasados, de antiguos novios o novias, de personajes históricos o novelescos. Los nombres que recibimos son como contratos inconscientes que limitan nuestra libertad y que condicionan nuestra vida"

Por ejemplo un error sería poner al hijo el mismo nombre del padre. Si hacemos esto le estamos diciendo al niño: "sé como tu padre", y si el niño no es como el padre esto solo lo confunde y le genera frustración.

Otro error muy común es nombrar al niño o niña con el nombre de un hermano anterior muerto. Así, se le estaría entregando al recién nacido la carga de ser como aquel hermano, se le estaría diciendo que se prefiere al muerto, el niño opacará su propia existencia ante la del muerto. Será como si él no existiera, será un muerto vivo.

Esta confusión generará una tendencia a desarrollar alteraciones de la personalidad. Un ejemplo famosísimo de esto es el excéntrico pintor Salvador Dalí, que fue nombrado así después de que su hermano mayor Salvador muriera.
No solo eso, sino que Dalí nació exactamente 9 meses y 10 días después de la muerte de su hermano (el hermano murió el 1 de agosto de 1903 y Dalí nació el 11 de mayo de 1904).

Para rematar cuando Dalí tenía 5 años los idiotas de sus padres lo llevaron a la tumba de su hermano y le dijeron que él era su reencarnación, o sea que al pobre Dalí lo mataron.



Retrato de mi hermano muerto - Salvador Dalí

Parece natural que Dalí haya realizado su obra llamada "Retrato de mi hermano muerto" en la cual se encontraban una serie de puntos rojos y negros hechos con cerezas. 
Las cerezas negras forman el rostro del hermano mientras que las rojas el rostro del Salvador vivo. Las imágenes están contrapuestas, como si fueran la misma persona, sin embargo el Dalí vivo está escondido detrás de su hermano.
Se ven una serie de soldados con lanzas que parecen avanzar hacia el rostro del hermano para finalmente asesinarlo y liberar a Dalí. A la cabeza del retrato una especie de cuervo o ave que al parecer acecha el destino del hermano muerto.

Todo este mondongo marcó a Dalí para toda la vida.

Es bien sabido que, durante su vida, sufrió graves trastornos de la personalidad, incluso llego a estar internado casi 3 meses en un hospital psiquiátrico por un brote de "esquizofrenia paranoide". 
El mismo Dalí llegó a decir en algún momento que: "debía ser el único de su especie que ha dominado y transformado en potencia creadora, gloria y júbilo una enfermedad mental tan grave”.

En fin, otros errores serían dar nombres de otros parientes o antepasados, personalidades famosas, nombres en diminutivo, nombres femeninos a varones y viceversa, nombre de ex novias, santos, etc (En el siguiente enlace pueden profundizar en el tema del impacto del nombre según Jodorowsky)

Por último, cambiarse el nombre tampoco es tan grave:
Charlie Sheen, David Bowie, Woody Allen, Pablo Neruda, Voltaire, Mark Twain, Stalin, y otros varios ya lo han hecho y nadie les ha dicho nada.

Tal vez en el futuro esto sea más normal o ya de plano no tengamos que nombrar a los hijos. Me gustaría que los seres humanos nazcan con una especie de código de barras, algo así como los androides de Dragon Ball, llevaríamos una placa: ZDG-1982. 
Ese sería nuestro nombre oficial de nacimiento y ya más adelante llegada cierta edad, por ejemplo los 18, tendríamos la opción de cambiar esto y elegir nuestro nombre definitivo.

Saludos.
Zobu ;)




























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